Colegio de los ESCOLAPIOS

Los Escolapios de Zaragoza ha sido el centro de enseñanza pública más destacado durante más de 200 años. Su fundadcíon fue complicada, ya que tuvo como principal detractor a los Jesuitas que monopolizaban la enseñanza hasta entonces.


Finalmente, el 25 de Julio de 1735 a instancias del mecenazgo del Arzobispo de Zaragoza, Tomás Crespo de Agüero comienza su andadura en el campo de la enseñanza elemental y superior.
Su importancia es clara para la ciudad si comparamos cifras de alumnos con otras instituciones. Así sabemos como a partir de la expulsión de los Jesuitas en 1737, el número de alumnos era de 1273, de un total de 3850; sólo le superaba en número la Universidad Pontificia, Literaria y Real con 1490 estudiantes.
De la fábrica original, se conservan las partes más destacadas -obra de Francisco de Velasco-, como son la Iglesia, dedicada  Santo Tomás de Aquino; el Patio, denominado "de las fuentes" y parte del claustro. El resto de debe a ampliaciones efectuadas en la segunda mitad del siglo XIX y parte del XX.
El edificio en su totalidad se levanta magnífico ocupando una amplia manzana y permitiendo una contemplación en perpectiva por sus diferentes fachadas.


La iglesia queda perfectamente integrada en su conjunto, destacando por su armoniosa fachada que se corona con dos sencillas torres. El interior, recoleto, pero con una impronta barroca en su juego de planos concavos-convexos, se articula en una sola nave con capillas laterales. Es un interior íntimo y facilmente abarcable, muy del gusto del fundador San Jose de Calasanz, que quería este tipo de iglesias para sus escuelas.


 

El altar mayor es el protagonista y esta resuelto con maestría con esculturas de Jose Ramírez de Arellano. De José Luzán es un retablo lateral con imagen del Santo Fundador rodeado de alumnos y  acompañado de la Virgen.



La sacristía, en donde destaca un soberbio lavamanos; sirve de comunicación con el colegio a través del Patio "de las fuentes" que con sus 3 pisos sirve para vertebrar las aulas de enseñanza; completándose el conjunto con otras estancias en torno a varios patios más.


 





Sin duda fue y es, un lugar de enorme trascendencia para Zaragoza. En sus aulas impartieron docencia relevantes personalidades y de ellas salieron personas de todas las clases sociales con una formación impecable.


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