EL MURAL DE ANDRES CORNEJO EN EL CINE PALAFOX
Dentro del cine Palafox
custodiado como una de sus joyas más preciadas se guarda para la sorpresa y
admiración del visitante el mural que Andrés Cornejo Merino pintó en 1954.
El cine Palafox se enmarca dentro
del ambicioso proyecto que Zaragoza Urbana SA, encarga a los arquitectos José
de Yarza García y Teodoro Ríos Usón para dar forma a un amplio solar entre el
paseo de la Independencia y la actual calle Cinco de Marzo. Se componía de dos
edificios, uno de viviendas y oficinas y otro un hotel, así como un centro
Comercial que servía de nexo de unión entre ambos y todo ello, se complementaba
con dos cines que supondrán la vanguardia del momento en este tipo de salas de
ocio, siendo pioneros en España del formato Cinemascope que revolucionó la
forma de ver películas.
El Palafox nace así desde el
primer momento como un hito sin parangón -incluso internacional, en el panorama
de las salas de exhibición del séptimo arte con una concepción en su diseño y
forma que lo sublima a la cima del movimiento moderno. Ya desde su acceso,
verdaderamente espectacular, con dos escalinatas que proyectan al futuro
espectador a entrar a través de un amplísimo vestíbulo en tres espacios que se
suceden sin interrupción y que le conducirán finalmente a la sala de
proyección.
Y es en el ámbito central del
vestíbulo, un auténtico mirador abierto que le envuelve e impresiona por la
limpieza de formas volumétricas y en donde cada elemento está colocado en su
lugar exacto, en donde va a desarrollarse una sinfonía de figuras danzantes en
un inmenso mural pleno de belleza que se enlaza de forma perfecta con la
escalera que refuerza sus diferentes planos y hace finalmente de hilo conductor
de toda la escena.
El lugar en cuestión se convierte
así en un regalo para el espectador, que previamente a la película que va a
disfrutar puede deleitarse en este espacio y eleva al conjunto del cine a una
categoría superior, monumentalizándolo. Todo ello nos conecta hoy en día con un
tiempo en el que ir al cine era algo más que ver una película… era entrar en un
lugar mágico donde todas las ilusiones eran posibles.
Andrés Cornejo nos hace sentir a
través de su obra como un personaje más de entre aquellos que vemos en los
distintos planos del espacio onírico que crea… bailarinas, acróbatas, así como
personajes de la Comedia del Arte, como Arlequín, Polichinela, los Enamorados o
Pantagruel y Colombina…todos ellos nos invitan a participar en una pulsión de
viaje pleno de sensaciones.
Hay algo en este mural que nos
atrapa, no sé si será el juego de miradas de los personajes que en pequeños
grupos se interrelacionan los unos con los otros; el tratamiento de los
volúmenes entre naturalismo y cubismo; los ambientes unas veces esbozados y
otras casi abstractos, por no hablar del color que envuelve las escenas y que
fluctúa hacia la ambientación nocturna que se torna melancólica.
Sin duda alguna, los autores de
esta fusión perfecta de arquitectura y pintura nos dejaron un regalo que bien merece
nuestra admiración. Y gratitud a los que hoy siguen mostrándonosla.
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