el mítico Oasis

 ¡Que suba el telón y que comience la magia!

En el barrio del Gancho se sitúa desde hace más de cien años un lugar que ha hecho vibrar a cientos y cientos de visitantes, espectadores, noctámbulos y soñadores.

Esta zona de Zaragoza se caracterizó por ser lugar de paso debido a la cercana presencia del mercado teniendo como fruto un conjunto de posadas y mesones que demandaba además lugares de ocio y distracción.

Sólo en la calle de San Pablo, tenemos constancia en el siglo XIX de hasta cinco posadas; incluso hoy dos de ellas, la de Las Almas y la antigua de San Blas, aún se yerguen orgullosas frente a frente, dando lugar a uno de los rincones más encantadores del entorno.




Estos edificios herederos todos ellos de la arquitectura renacentista que tanto brilló en Zaragoza, eran un tipo de casa que quizás por la circunstancia de la organización en torno a una luna o patio, se dio muy bien para adaptar en sus espacios, un tipo de sala apropiada para albergar público y actividades de espectáculos y teatro.

 Podemos recordar ejemplos que aún quedan en la ciudad como el ya cerrado Salón Fuenclara que también fue cine, dentro del palacio del mismo nombre; el magnífico Salón de Fiestas del antiguo Casino Mercantil dentro del palacio de los Coloma e incluso el Palacio de Sástago que sirvió de sede al Casino Principal utilizando la luna como eje vertebrador de sus espléndidas salas.

 Dicho esto, comencemos trasladándonos a la antigua calle Castellana, hoy Boggiero, donde se alzaba la posada Plasencia, origen del mítico cabaret al que voy a dedicar estas líneas.

Estamos ante un edificio singular que hunde sus raíces en el siglo XVI, prueba de lo cual nos muestra orgulloso el característico alero de canes y cañuelos de herencia gótica, además de una peculiar galería de arquillos de triple lóbulo, único ejemplo que nos queda en Zaragoza que la hace aún más singular.

 


Nacerá aquí el Royal Concert en 1909, de la mano de José Melich. Lo que en origen fue un salón de variedades a más puro estilo parisino siguiendo la estructura de music hall con escenario y espacio para baile y mesas, se ha ido trasformando y adaptando a las necesidades y gustos de cada época, contando ya con más de 100 años en el disfrute nocturno a la luz de las candilejas.

En 1924 el Royal pasará a manos de Ricardo Moreno fruto de un giro del azar y una partida de cartas. Serán años buenos en donde destacó la presencia diaria del club de los alemanes del Camerún que hicieron aquí su segunda casa en las noches canallas de la Zaragoza de los años 20.

Será en 1927 cuando su nombre cambiará por cuestiones legales que imponían los nombres en castellano, llamándose Real Concierto; pese a lo cual, se le seguía llamando popularmente “el Royal”.

Celestino Moreno, uno de los hijos de Ricardo, se hará cargo del negocio en 1931, momento que coincidirá con el advenimiento de la II República y un nuevo nombre. Nacerá así el Salón Variedades que pretendía servir de recuerdo a propios y extraños del coqueto teatro del mismo nombre tristemente desaparecido años antes y sito en la calle de las Vírgenes.

 





Tras el cierre de sus puertas motivado por la Guerra Civil llegamos a 1942 y el nacimiento del Oasis que supondrá un cambio radical de imagen dando como resultado un nuevo interior a la manera de teatro con butacas y palcos.

Desde 1970 Enrique Vázquez sobrino de Celestino va a ser quien lleve las riendas del negocio. Han sido décadas de espectáculo, constantemente renovado, pero sin perder la esencia que siempre tuvo, un lugar por el que han pasado todos los grandes del mundo de la Farándula con mayúsculas, de ese arte del espectáculo que han hecho al Oasis inolvidable.

 






Artistas que han forjado con letras de oro el recuerdo que se tiene en Zaragoza de este lugar y en España entera. La encrucijada que ha supuesto siempre nuestra ciudad a mitad de camino entre las 4 grandes ciudades de la península suponía que una parada en el Oasis resultara algo ineludible.

A partir de 1996 una nueva andadura comenzó con el Oasis Club Teatro, una sala de conciertos que supone el último cambio de imagen interior con una gran pista diáfana frente al escenario y una barra en el lado opuesto a él.








El viejo Royal, luego Oasis se adaptaba así a los nuevos tiempos, para que siga haciendo vibrar la noche zaragozana con pasión e ilusión sin límites, en definitiva, bebiéndosela a sorbos y disfrutándola hasta el amanecer…que la música no pare.



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