TRIO DE ASES CENTENARIOS: CASA LAC, MONTAL y FANTOBA.


 Estos tres lugares centenarios son referentes en el placer de los paladares más exquisitos de propios y extraños que se aventuran por el casco histórico de Zaragoza.




CASA LAC se ubica en lo que fuera caserón de los Condes de Fauré allá por el siglo XVII y abre sus puertas en Zaragoza en 1825, luciendo con orgullo la licencia de restaurante más antigua de España.

Fue la familia Lac que viniera de Francia con la intención de poner de moda “el comer fuera de casa” la que comenzó tan pionero empeño. Posteriormente y ya en 1907 toma las riendas del negocio la familia Marca, siendo los hermanos Fernando y Julián los que en 1925 y conmemorando el centenario del negocio, emprenderían una importante reforma que tendrá como consecuencia el local que hoy podemos disfrutar.

Se dotará el restaurante de una exquisita decoración modernista, tanto en la parte baja, destinada a la venta de delicias para llevar, como al comedor, en la planta de arriba con un estilo más “isabelino”. Podemos incluso apreciar columnas integradas en el conjunto que pertenecieron a la primitiva casa-palacio.

















CASA MONTAL nos sorprende desde el primer vistazo, alojada en un recoleto edificio del siglo XVI en un costado de la plaza de San Felipe. Carecemos de documentación para rastrear los orígenes de la casa, pero si sabemos que en 1877 era un almacén de vinos y que contaba con cuadras y cocheras y pertenecía a Diego Muñoz Hernández. Pero será la familia Montal la que desde 1919 y hasta nuestros días, a través de cuatro generaciones, dará personalidad a la casa. Sin perder su identidad de bodega con una variedad de vinos extensísima, se ampliará la oferta con restaurante, café, venta de platos preparados, incluso podemos admirar una colección soberbia de recuerdos de la vecina Torre Nueva, hito zaragozano del mudéjar tristemente derribada en 1892.

Es admirable el esfuerzo que la familia realizó a través de una profunda remodelación de los espacios llevada a cabo en 1988/89 que supuso incluso el desplazamiento del patio de columnas, elemento distribuidor del espacio y más destacado, dando como resultado un lugar sobresaliente que hoy podemos disfrutar en todo aquello que puede ofrecernos.















Terminamos este pequeño recorrido en la Pastelería “LA FLOR DE ALMIBAR” de los Hermanos FANTOBA, cuya primera referencia la tenemos de 1856 y sabemos que en 1888 se le encargaría la decoración al arquitecto Ricardo Magdalena, con motivo del nuevo emplazamiento que la situaría en donde hoy la encontramos, en la calle Don Jaime I.

El lujo y el mimo con que se decoró este establecimiento es sin duda mayúsculo, siendo un ejemplo casi único en Zaragoza de la moda neoegipcia que por aquel momento estaba de moda en Europa. Si a eso le añadimos las exquisiteces que podemos encontrar, miremos donde miremos, convierten a este lugar en un auténtico destino onírico para los más golosos placeres.

Interior y exterior son sin duda bellísimos, son múltiples los detalles que podemos contemplar. Destacan los capiteles hatóricos de la fachada que representan a la diosa egipcia Hathor, diosa cósmica del amor y la alegría y que nos invitan a entrar en este templo para ofrecernos sus más dulces secretos.
 







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