PATIO DE LA INFANTA
El denominado Patio de la Infanta, alojado actualmente en la sede central
de Ibercaja, sin duda suscitará al visitante sentimientos encontrados.
Por un lado, quedará perplejo y arrebatado de admiración por la belleza del lugar que nos remonta al momento de exaltación y pompa que hiciera gala el matrimonio de Gabriel Zaporta y Sabina Santángel al engalanar su casa en 1550 con tan ostentosa y desbordante decoración; pero por otro, le asaltará una sensación de desconcierto, por el lugar en donde puede verlo.
La ciudad de Zaragoza, tras un desastroso siglo XIX, no supo
apreciar como debiera las alabanzas que foráneos le deparaban y presenciaba
como con la excusa de una incipiente era industrial y en pos de una provinciana
modernidad, destruía su casco histórico llevándose por delante monumentos que
en otras épocas eran emblemas de sí misma.
Uno de los ejemplos más sangrantes fue la demolición de la casa de Gabriel Zaporta, uno de los más destacados burgueses del quinientos que habitó uno de los palacios más notables del renacimiento aragonés. Por el informe que del derribo realizara el arquitecto Luis de la Figuera en 1903 sabemos con detalle cómo era la casa en aquel momento, sorprendiendo todavía más si cabe, el cómo se tuvo la osadía de proceder a dicho derribo. Pero aún más sorprendente es, saber que partes que decidieron salvarse como las carpinterías que decoraban algunas de sus salas y sobre todo, la que cubría la escalera, no se haya sabido de su paradero. Investigadores que han rastreado patrimonio emigrado a Estados Unidos, apuntan sobre un lote de carpinterías mudéjares vendidas como procedentes de una "casa de Zaragoza" en una conocida casa de subastas de Nueva York en 1910. ¿serían éstas a las que nos referímos?...es muy probable, hoy desconocemos su ubicación. Lamentable...
Lo que si sabemos es que un avispado anticuario francés -Ferdinand Schultz-, compró la portada y el patio y se lo llevó a Paris para montarlo allí en su comercio. Eran tiempos en los que por carecer de leyes relativas al Patrimonio Español estas prácticas sangrantes estaban a la orden del día. Paradojas del destino, afortunadamente en 1957 ambas piezas retornaban a Zaragoza para terminar alojándose donde hoy podemos verlas.
Sobran las palabras, cuando nos situamos en el centro del
patio y contemplamos un conjunto tan excelente, nos queda el consuelo que,
aunque solo sea en parte, el espíritu de quien pensara este lugar se sigue
respirando en él.
Toda la estancia está cargada de simbolismo, es un auténtico
templo dedicado a Venus, diosa del Amor, prueba evidente del que sentía Gabriel
Zaporta por su joven esposa. La Astronomía y la Astrología van de la mano, no
sabemos dónde acaba una y empieza la otra; los planetas, el amor, personajes
históricos del imperio, la filosofía, la mitología y la religión; todos los
valores de la época están aquí desarrollados. Sabemos además que todo se
relaciona respondiendo a un fin que no es otro que representar el horóscopo del
día de la boda de Gabriel Zaporta y Sabina Santángel como presagio de fama,
prosperidad y fortuna.
La
Casa a su vez y por los negocios de su dueño, albergó la que fue una de las
primeras sociedades mercantiles de Europa, recibiendo numerosas visitas
destacadas como la del propio emperador Carlos V cuando vino a Zaragoza para conseguir del
banquero los créditos necesarios para las campañas de Túnez. Con el devenir del
tiempo fue morada de ilustres personajes como los hermanos Leonardo de Argensola;
Ramón de Pignatelli y como no, la Infanta de España, -María Teresa de Vallabriga-
cuñada de Carlos III que le da el nombre por el que hoy conocemos a este lugar
tan exquisito.
Así, el día 3 de junio de 1549 a las 18h y 58 minutos en el
cielo de Zaragoza se pudo observar esta conjunción planetaria. Además, el día nupcial
escogido fue lunes, el día de la Luna, planeta que rige el matrimonio y la
fecundidad.
Entremos en este templo de la belleza y dejémonos llevar. Contemplar en silencio para emocionarnos con tan prodigioso alarde de Amor. Sinfonía de miradas nos contemplarán y sólo nos queda sentir lo que nos quieren contar...
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