PARROQUIA DE LA SEO
Formando parte de la Catedral del
Salvador y constituyendo un elemento con entidad propia dentro de su conjunto
encontramos la que fuera capilla funeraria del Arzobispo Lope Fernández de
Luna, hoy Parroquia de la Seo.
No sólo por los diferentes
elementos sobresalientes de que se compone, sino también por el recogimiento de
su espacio pleno de intimismo; merecen una visita sosegada que seguro colmará
con creces nuestras expectativas.
Para conocer su origen debemos
remontarnos a los tiempos intempestivos de la “Guerra de los Pedros” que enfrentaba a los reinos de Aragón y
Castilla, cuando Don Lope Fernández de Luna -a la sazón Arzobispo de Zaragoza
desde 1351 y Consejero de Armas del propio rey Pedro IV desde 1370-, recorriendo
esas tierras de frontera le sobrevino un hecho que le marcaría profundamente.
En una parada en el camino cerca de Villarroya de la Sierra, una voz que pedía
confesión llamo la atención del cortejo episcopal…la sorpresa fue mayúscula
cuando comprobaron que la voz procedía de una cabeza que desmembrada de un
cuerpo muerto, imploraba el perdón dirigiéndose al propio Arzobispo en
cuestión.
La cabeza narró que unos
asaltantes le habían dado muerte y que segundos antes de que le asestasen el
fatal espadazo que acabaría con su vida, se encomendó al Arcángel Miguel. El
cual se le apareció concediéndole la gracia de mantenerle con vida hasta que
recibiera la confesión prometida. Nuestro Arzobispo conmovido por la narración
y sosteniendo la cabeza entre sus manos, le otorgó la confesión anhelada, para
abandonar así este mundo de miserias…
Comenzaría de esta forma, el propósito
de construir en la catedral una capilla dedicada al Arcángel Miguel que
sirviera en última instancia para su propia capilla funeraria, dotándola de todo
lo necesario para tal menester. Se elegiría un lugar muy destacado en el lado
del Evangelio y paralelo al transepto, contando con entrada propia dentro de la
nueva fachada que mandara construir el mismo Arzobispo Don Lope y que es hoy la
fachada principal de la catedral frente a la plaza de La Seo. (esta fachada hoy
queda oculta bajo la actual que se realizó en el siglo XVIII).
Al exterior la capilla nos ofrece
una de las maravillas del mudéjar aragonés; un inmenso tapiz surcado de
múltiples detalles de geometría en ladrillo y cerámica. Sabemos que Don Lope
contó con maestros unos aragoneses y otros sevillanos que trabajaron en dos
etapas, siendo el conjunto terminado en 1379. No obstante y para algunos estudiosos, el origen de este
muro, así como parte de otros elementos que veremos en su interior, debemos
buscarlo en las aportaciones de los maestros de obra de la primitiva Mezquita
Aljama de la Saraqusta taifal del siglo XI; ya que una enigmática inscripción
en letra cúfica, habitual en ese periodo y hallada en dicho muro nos indica que
el trabajo fue realizado por Salama Bin Galb.
La capilla, -pese a no contar con
documentación que lo abale-, podemos afirmar que se integraría en un espacio
preexistente y que formaría parte de la mezquita musulmana, hecho que no
debemos pasar por alto. Además, nos sirve para recordar que los edificios
tienen una historia propia con diferentes usos según los tiempos, respondiendo
muchas de las veces a motivos prácticos de economía de recursos. Es más fácil
reutilizar un edificio preexistente, que hacer uno nuevo y por eso es más normal
de lo que se piensa habitualmente que encontremos múltiples elementos de
diferentes épocas en un mismo edificio.
El interior queda dividido en dos
espacios separados por tres arcos apuntados que apoyan sobre pilares y diferencian
por un lado el espacio congregacional de dos tramos y cubierto con bóvedas de crucería góticas primorosamente realizadas en piedra -hecho este que es único en Zaragoza, ya que las bóvedas de este periodo son siempre tabicadas y realizadas en ladrillo y yeso- mostrando el escudo del Arzobispo fundador y por otro lado, el
espacio sagrado que custodia lo más granado de la estancia.
Aquí podemos admirar en todo su esplendor
la fabulosa techumbre de limas que cubre el espacio (ya descrita en la entrada ·”techumbres mudéjares de limas en Aragón” en mi otro blog: Laberinto de Olvidados); y sobre todo el
magnífico sepulcro que alojado en un arcosolio jalonado por dos ventanales
góticos custodia los restos mortales del insigne promotor de todo el conjunto
fallecido en 1382.
La contemplación de esta pieza realizada
en alabastro es sin duda un deleite para los ojos del visitante más curioso. Su
artífice fue el afamado escultor barcelonés Pere Moragues, autor que debió
conocer Don Lope cuando fue obispo de Vic entre 1346 y 1351, antes de ostentar
la Mitra de Zaragoza y muestra al propio Arzobispo durmiendo su sueño eterno
acompañado de la comitiva fúnebre y velado por una amplia representación de
religiosos, magistrados y soldados entre los que podemos identificar a
personajes coetáneos del propio protagonista como el papa Clemente VI y los
reyes Pedro IV el ceremonioso y su cuarta esposa Sibila de Forciá.
La calidad del conjunto es
extraordinaria, marcando un hito en la escultura gótica europea anterior a los
cambios que en ella se produjeron a partir de las obras del maestro Claus
Sluter en donde los rostros de los personajes muestran unas cotas de
expresividad antes nunca alcanzados.
Para finalizar cabe destacar la
cripta que podemos encontrar bajo el suelo del espacio sagrado de la capilla.
Desconocemos su origen y si se realizó en tiempos del Arzobispo o como hemos
referenciado anteriormente, formaría ya parte de esa estancia integrada dentro
de la mezquita musulmana que sirvió de origen a la propia capilla. Lo cierto es
que durante siglos sirvió de carbonera (aún es visible la ventana que comunica
con el exterior) y en las labores de limpieza realizadas recientemente, aparecieron
esculturas de gran tamaño que nos conectan con la idea que quizás en origen el
sepulcro del Arzobispo que antes hemos descrito pudo estar alojado en este
lugar y estaría complementado con otros grupos de esculturas. No olvidemos que una
parte del sepulcro no podemos verlo por estar pegado a la pared, pero todo
apunta a que también está esculpido y por tanto el lugar donde hoy lo vemos,
podría no ser el espacio original para el que fue pensado.
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