la calle ALFONSO I
Es sin duda la calle más emblemática de la ciudad, aquella cuyo paso es obligado y disfrute de visitantes que transitan por su corazón histórico camino de la Basílica del Pilar entre otras cosas; pero hagamos un poco de historia para verla en todo su esplendor.
El origen de este bulevar se remonta a la segunda mitad del siglo XIX y viene precedida por la moda que corría por Europa consistente en la apertura de nuevas calles en un intento de abrir la ciudad a través de nuevos ejes de comunicación y proyección visual que demandaban las élites burguesas a semejanza de las propuestas que Georges-Eugène Haussmann había llevado a cabo en la renovación urbanística del París del Segundo Imperio Napoleónico (1852-1870).
En el caso de Zaragoza a la par que el paseo de la Independencia, -en aquel tiempo Salón de Santa Engracia- se convertía en el paradigma de este tipo de nuevas vías de ensanche y expansión, desde el Ayuntamiento se vio la necesidad de intervenir en el centro histórico, en aquel entonces un laberíntico intricado de calles, con el firme propósito de conectar el Coso con la plaza del Pilar frente a la cúpula central de la basílica.
Es en 1858 cuando comienza a gestarse el proyecto, eligiéndose prolongar la ya denominada por aquel entonces calle Alfonso I que correspondía a la antigua del Trenque, a partir de su arranque en el Coso (tramo de los Sogueros) en el lugar donde antaño se encontraba el trenque de Jimeno Gordo, el mayor, una puerta de pequeño tamaño abierta en la antigua muralla y que recordaba al controvertido personaje del siglo XV que terminó sus días ejecutado por orden de Fernando II, el católico en 1474.
Tras un año de trabajos en 1867, siendo alcalde Antonio de Candalija se inauguraba solemnemente la nueva calle de 12 metros de ancha en un acto al que acudieron todas las personalidades de la ciudad y fue bendecida por el arzobispo Manuel García Gil. De este momento se hizo eco el pintor Ángel Díaz Domínguez en el conjunto de lienzos que le encargó el Casino Mercantil de Zaragoza para engalanar el salón rojo en su sede central del Coso (foto adjunta).
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