el ALTAR MAYOR de la Iglesia de San Felipe

Presidiendo el presbiterio de la Iglesia de San Felipe y Santiago el menor encontramos una obra barroca extraordinaria concebida por José Ramírez de Arellano, el más afamado escultor del panorama aragonés del siglo XVIII.


En la obra concluida en 1752, intervinieron otras artifices, destacando sobre todo la colaboración de Jose Luzán, pintor amigo personal del anterior y tambien una figura relevante, en este caso de la pintura rococó.
Es por todo esto que la pieza que muestro en fotografías es de sumo interés. Su contemplación, en el silencio de la Iglesia, acompañado por una suave melodía de órgano, es un verdadero placer. Aprovecho además para agradecer la gentileza del párroco, ante la petición de poder fotografiarlo en repetidas ocasiones.



Destaca el inmenso baldaquino, a la manera del realizado por Bernini en San Pedro de Roma,  fruto de la colaboración del cantero Francisco Urbieta que realizó las espléndidas columnas salomónicas  de piedra negra de Calatorao y del escultor Miguel de Lamana, realizando éste, las figuras de las Virtudes que coronan dicho baldaquino y son: la Caridad y la Fortaleza en el frente; la Esperanza y la Justicia en la parte posterior y en el centro la Fe.
José Ramírez ideó además las puertas que separan el espacio del presbiterio, en donde se sitúa el altar, de otro espacio posterior alojado en el interior del ábside y donde de una forma muy ingeniosa se sitúa el coro y el órgano. De esta manera encontramos dos espacios claramente diferenciados.


 El espacio ritual, en donde encontramos la mesa de altar y donde se realizan las ceremonias religiosas, está presidido por el magnífico Altar Mayor con el Sagrario y las figuras de San Felipe y Santiago el menor, obra de José Ramírez. Tras él y atravesando una de las puertas laterales accedemos a un espacio reservado a la comunidad religiosa en donde se sitúa la sillería del Coro y está presidido por el llamativo lienzo que representa "La degollación de San Juan Bautista", quizás la más impresionante obra de José Luzán y una de las más desconocidas de su obra.







Todo el conjunto es soberbio y se debió el mecenazgo de un matrimonio parroquiano que de forma muy generosa colaboró con varias donaciones desde 1740, año en que comenzaron varias obras de remodelación de la iglesia, siendo esta la más destacada. Fueron Juan Rodrigo y Esperanza Pérez, cuyos nombres coronan el lienzo de Luzán.

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