la Santa Capilla del PILAR

El principal fruto de la intervención de Ventura Rodríguez en las obras del Pilar es sin duda la Santa Capilla que aloja la Columna que según la tradición dejó María en el momento de su bilocación ante el apóstol Santiago el 2 de Enero del año 40.
La Santa Capilla es proyectada muy acertadamente como un templo dentro de otro mayor, una idea que el arquitecto resolverá de una forma sobresaliente, creando una autentica obra maestra que supone un canto de cisne en la arquitectura barroca española de tradición  italiana.


Desde el punto de vista exterior la Santa Capilla se concibe como un gran tabernáculo que aloja en su interior la Columna y la talla gótica de la Virgen del Pilar. Tres de sus cuatro lados se abren mediante pórticos convexos de corte clásico que envuelven todo al conjunto e invitan al fiel a entrar en su interior. Se establece una comunicación plenamente abierta con el resto del templo. El cuarto lado, éste cerrado, se articula a modo de altar y es proyectado con un coro a sus pies, el cual no llegó a realizarse. No debemos olvidar que el arquitecto quería potenciar al máximo la perspectiva visual de la Capilla, lo cual, no fue posible debido a la preexistencia del retablo renacentista de Damián Forment que supondrá a la postre y al colocarse en el centro del templo, un corte visual para la contemplación global de la Capilla.






Además, Ventura Rodríguez pondrá en práctica todo el conocimiento heredado de su maestro, el gran Filippo Juvarra, concibiendo un plan centralizado que se corona con un juego de 4 semicúpulas que apoyan en la cúpula central, creándose un espacio ascendente en donde la luz juega un papel clave, ya que a través del calado de las bóvedas se crea una transparencia luminosa que envuelve todo el conjunto.


En cuanto al interior, resuelve con gran acierto la premisa de no poder mover la Columna de su emplazamiento original, la cual quedaba desplazada a la derecha dentro del espacio y no en el centro. Esto lo resolverá mediante la articulación de tres altares, dando protagonismo a los dos laterales con una mayor anchura y donde se sitúan: la Columna y la Virgen a la derecha y Santiago y los 7 convertidos a la izquierda. Se conserva por tanto la Columna intacta en su posición, así como el muro donde se inserta que conserva el humilladero donde los fieles pueden besarla.




La Santa Capilla destaca también por la riqueza de sus materiales, mármoles, jaspes,  bronces y dorados que enfatizan la joya que custodia en su interior y que la diferencia del resto del templo, caracterizado por el estuco blanco  y los colores suaves.
Finalmente, la Capilla se convierte en una autentica iglesia dentro de otra mayor, pero con una funcionalidad independiente y unos espacios claramente delimitados. Espacio de una escala óptica reducida, en donde los protagonistas quedan perfectamente resaltados en un juego escénico que nos conduce a la Columna y a la imagen de la Virgen del Pilar, que alojada en su camarín es la perla que brilla con luz propia.






La obra se realizó entre los años 1750 y 1765 y contó además con la supervisión del escultor José Ramírez de Arellano, el cual se ocupará también de crear todo el espléndido conjunto escultórico desarrollado tanto en los altares interiores como en el coronamiento exterior.
Finalmente cabe reseñar que bajo la Santa Capilla se haya la cripta (inaugurada en 1764) en donde reposan figuras relacionadas con la Basílica como arzobispos, canónigos y benefactores, así como insignes  personalidades como José de Palafox o Ramón de Pignatelli entre otras.




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