pasaje del Comercio y la Industria

  Situado en un entorno privilegiado como es la plaza de las Catedrales y desplegándose como un gran lienzo frente a la Basílica del Pilar encontramos un edificio que esconde una de las joyas de la arquitectura decimonónica de nuestra ciudad.


El denominado pasaje del Comercio y la Industria, -popularmente del Ciclón, en recuerdo de los Almacenes que durante décadas se encontraban en su interior- nos conecta con aquel ambiente de las grandes galerías comerciales que trufaban las ciudades más señeras de Francia, Italia o Alemania a finales del siglo XIX.

 




Galerías en donde el estilo “Beaux-Arts” que desarrolló la homónima escuela francesa de artes decorativas pretendía aunar la elegancia de los pasados órdenes clásicos con las novedades más destacadas de la vanguardia industrial. En España, solo encontramos dos ejemplos que estén a la altura del que nos ocupa; son el pasaje Gutiérrez de Valladolid y el Lodares de Albacete.

El soberbio edificio por donde trascurre el pasaje en cuestión se debe al patrocinio del Marqués de Ayerbe y al proyecto del arquitecto Fernando de Yarza Fernández-Treviño que concluiría las obras entre los años 1882 y 1883.

Pese al aspecto del inmueble unificado por una fachada que da a tres calles, éste se compone de cuatro casas; una mira a la calle Alfonso I, dos frente al Pilar y la cuarta da a la calle Santiago. El elemento que articula el espacio interior y conecta las cuatro casas es sin duda el pasaje desarrollado en dos grandes galerías en forma de cruz que se abren a través de 4 imponentes puertas a las respectivas calles.

 





El edificio todo él, respira un aire parisino con líneas clásicas ejemplo claro del eclecticismo imperante en la época. La decoración es exquisita destacando el juego de pilastras de orden corintio y los bellos trabajos de forja, sobre todo en los arcos de entrada. Solo conserva una de las puertas de cierre en donde podemos apreciar motivos alusivos a la Industria (rueda y ancla) y el Comercio (casco alado del dios Mercurio).




 Fue la primera galería comercial de Zaragoza, vivió su esplendor desde su apertura y hasta los años 70 del siglo pasado en donde comenzó una decadencia que parecía imparable.  Hoy sin embargo y tras la profunda restauración que precedió al momento de la Exposición Internacional de 2008, este lugar vuelve a brillar como antaño.

Os invito a que lo recorráis, merece la pena. 


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